
Atraviesan tus poros dejándote esa sensación que no olvidas. Puede pasar el tiempo, que tu memoria intente hacer de las suyas... pero hay libros que permanecen, historias, personajes que toman cuerpo. Su aroma se impregna en cada uno de tus poros, dejándote una huella difícil de borrar.
Recuerdo esa agradable sensación la primera vez que la leí. Tengo una predilección especial por todo lo que tenga que ver con libros, librerias y bibliotecas... Pero cuando además hay una historia entrañable de fondo, entonces el motivo para volverla a retomar es sobrado.
Esta lectura, nos invita a adentrarnos en una historia de amistad en la distancia y en el tiempo.
Sí, nos encontramos en 1949, una joven escritora desconocida, amante de los libros antiguos,


Esta lectura me trae gratos recuerdos al pensar, en los maravillosos lazos que se crean. No hay distancia que nuble una amistad, ni distancia que apage su luz.
Yo me he sentido con vosotros, como quizás se sintieran estos personajes de esta historia Helene Hanff y Frank Doel. La sensación de cercanía en la distancia. Es poco tiempo el que llevo aquí, pero suficiente para querer siempre volver a vuestras palabras.
Ahora el tiempo no acompaña, pero seguiré aunque sea de vez en cuando asomándome a esta maravillosa puerta, intentando dejaros una fugaz pero siempre intensa mirada.
Miriam, Ramón, My, Ale, Javi, Rafa, Cecilia, Sigrid, Maria, Laura. Os envio un gran abrazo.
P.D: Si os gusta el cine, encontraréis esta obra protagonizada por Anne Bancroft y Anthony Hopkins, en los personajes de Helene Hanff y Frank Doel.