viernes, 3 de octubre de 2008

84, Charing Cross Road


Atraviesan tus poros dejándote esa sensación que no olvidas. Puede pasar el tiempo, que tu memoria intente hacer de las suyas... pero hay libros que permanecen, historias, personajes que toman cuerpo. Su aroma se impregna en cada uno de tus poros, dejándote una huella difícil de borrar.

Recuerdo esa agradable sensación la primera vez que la leí. Tengo una predilección especial por todo lo que tenga que ver con libros, librerias y bibliotecas... Pero cuando además hay una historia entrañable de fondo, entonces el motivo para volverla a retomar es sobrado.

Esta lectura, nos invita a adentrarnos en una historia de amistad en la distancia y en el tiempo.

Sí, nos encontramos en 1949, una joven escritora desconocida, amante de los libros antiguos, desde la cosmopolita ciudad de New York se pone en contacto con una librería de antiguo en el 84 de Charing Cross Road en la abigarrada y formal ciudad de Londres. Por aquel entonces, dedicada a la traducción, su pasión por los libros y la limitación en encontrar los ejemplares que desea, le hace entablar una maravillosa amistad, con los empleados de esta librería. Empleados que almacenan, canalizan, venden y miman un sin fin de libros agotados.

Una colección de cartas en las que te vas adentrando tibiamente, paso a paso... familiarizándote con cada uno de los personajes, como si formaran parte de tu entorno. Como hilos que se van entrelazando, esas cartas inicialmente formales y directas se van tranformando en un generoso intercambio de emociones y vivencias que te atrapan. Veinte años en la vida de unos extraños , con el mar como barrera, y la letra impresa como puente.

Esta lectura me trae gratos recuerdos al pensar, en los maravillosos lazos que se crean. No hay distancia que nuble una amistad, ni distancia que apage su luz.

Yo me he sentido con vosotros, como quizás se sintieran estos personajes de esta historia Helene Hanff y Frank Doel. La sensación de cercanía en la distancia. Es poco tiempo el que llevo aquí, pero suficiente para querer siempre volver a vuestras palabras.

Ahora el tiempo no acompaña, pero seguiré aunque sea de vez en cuando asomándome a esta maravillosa puerta, intentando dejaros una fugaz pero siempre intensa mirada.

Miriam, Ramón, My, Ale, Javi, Rafa, Cecilia, Sigrid, Maria, Laura. Os envio un gran abrazo.

P.D: Si os gusta el cine, encontraréis esta obra protagonizada por Anne Bancroft y Anthony Hopkins, en los personajes de Helene Hanff y Frank Doel.

jueves, 28 de agosto de 2008

Pronto llegará...


Las musas de la felicidad nos abandonaron por un tiempo, olvidándose que necesitábamos su luz. Es cierto, que la vida nos regala momentos sublimes ahí donde parece que todo oscurece, que siempre es atardecer y niebla.
La vida misma nos consuela.
Los momentos tristes permanecen aletargados, surgiendo sólo a veces en pequeños soplos, que te arrinconan, que desarman tu aparente normalidad. Para confabularse con tus más grises pensamientos y recuerdos.
Entonces, las lágrimas brotan, el nudo que aprieta tu pecho se libera, surcando mares de tibieza infinita.
La vida, un delicioso manjar, a veces dulce, a veces amargo... nos reconduce siempre.
Sólo con despertar por la mañana y ver los destellos de luz asomándose por las rendijas, sólo con oler la brisa, sólo con sentir el aire húmedo y fresco de las horas vespertinas, perderse en el aroma del mar... sentir que la vida fluye.

Pronto llegará a la familia un nuevo miembro. Pronto sus pequeniñas manos y sus pequeniños piececillos sentirán la calidez de la piel. Pronto sus ojos, su mirada verán la luz inundando nuestra realidad. Entonces, comenzará su maravilloso periplo por la vida. Comenzará a disfrutar de esta magia que nos rodea.
Entonces, nosotros tendremos la enorme suerte de poder ver su rostro, su sonrisa.

Os envio un beso enorme repleto de cariño para los tres.

viernes, 22 de agosto de 2008

Y entonces, lluvia de verano...


¿Saben lo que es la lluvia de verano?


..."La belleza pura horandando el cielo de verano, ese temor respetuoso que se apodera del corazón, sentirse uno tan irrisorio en el centro mismo de lo sublime, tan frágil y tan pleno de la majestuosidad de las cosas, atónito, cautivado, embelesado por la magnificencia del mundo.



...Ciertas lluvias de verano se anclan en nosotros como un nuevo corazón que late al unísono del otro".

Muriel Barbery













Nos encontramos en el ocaso
de este verano apacible, sin sorpresas aparentes. Echo en falta esos días de lluvia. La lluvia ofrece una pausa, un descanso al viajero. El cielo se desmarca, brillando como nunca por los cuatro costados. Brotando ríos de mágica conspiración con los enamorados. Siempre gustan esos fugaces intermedios, que te ayudan a retomar el calor sofocante de la rutina.

Lluvia, echo de menos tu aroma.
Eres testigo privilegiada de esta evidente nostalgia.


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sábado, 16 de agosto de 2008

El libro de los Libros


Historias sobre imágenes

Cuánto de sugerente puede llegar a ser una imagen. Cuántas historias, cuánta fantasía puede aflorar a partir de ella. La mirada que el observador pone, la transforma, creando un espacio nuevo.

En este "El libro de los Libros" Quint Buchholz, ilustrador de cuentos y libros infantiles y juveniles, ofrece sus imágenes. En cada una de ellas la limpieza en sus líneas, la sencillez de sus trazos, la evocación a través de elementos sorpresivos... hacen que una tras otra se claven en la retina, no dejándote indiferente.


... La pluma que se sustenta sobre el frío cristal, manteniendo un equilibrio imposible en el borde de un vaso. El hombre que observa impávido, sobre una columna de libros en plena ciudad... Inevitable no cuestionarse su significado, o dejarse llevar por esa historia que observamos. Un segundo, un instante que conmueve, que golpea tu mente, removiendo los cimientos de tu imaginación.
Cuarenta y seis escritores y escritoras, entre ellos Javier Marías, Ana María Matute, Carmen Martín Gaite, Milan Kundera, Jostein Gaarder, Amoz oz, Susan Sontag... recrean toda suerte de historias al hilo de cada una de ellas.


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La propia ausencia


Ahora, cuando he contemplado mi ausencia, sobrevolando y alejándome, como globo errante, de todo aquello que fui, de todo aquello que creía -o quizá sabía- lo más hondo y verdadero de mi vida.
Ahora, ahí está una silla sin nadie, apoyada en el borde de una mesa sin mi. Es el gesto de una infinita desolación, de un espacio vaciado de su contenido natural, como ese vaso boca abajo, negándose a recibir, a contener, a calmar una sed.
Recuerdo una máquina enfundada, el silencio ocupando el lugar de las palabras. Lo recuerdo muy bien; era el día en que contemplé mi ausencia. Lo sé ahora, porque he regresado, ahora, cuando lenta y minuciosamente he ido restituyendo a su lugar lo que creí perdido. Objetos, muebles, y ese vaso, ahora boca arriba, esperando llenarse de sed viva y estremecida. Ahora contemplo lo que fue, ante mis ojos, mi propia ausencia.

Ana María Matute


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"No sé que suerte de inclemencia está cayendo a plomo sobre el paisaje. La carretera, con trazas y mañas de río, simula apacibles aguas cristalinas y se aleja bajo la llovizna. El esplendor de la hierba todavía no es más que una promesa bajo el cielo de mármol uniforme, sin mácula, sin una grieta de luz. Más allá de semejante atmósfera atribulada se esconden auroras radiantes y rosadas nubes de algodón. La lluvia impalpable pudo haber caído hace muchos días, o tal vez meses, y hasta podría ser que aún no hubiese caído: podría estar parada en el aire, en suspenso, acechando la mansedumbre de la llanura, abrumando la senda que reluce y serpentea alejándose. En los pentagramas casi invisibles que sostienen los postes del telégrafo no se posan pájaros, ni corcheas ni palabras, y el asfalto espejea con tal porfía y pulcritud que no me extrañaría que no llevara a parte alguna. Solamente la escritura abierta como una casita al borde del camino, y el velomotor parado ante ella, expectante y dócil, sugieren un vínculo afectivo, al compartir respectivamente una presencia y una ausencia: el fantasma de una voluntad ilustrada, domésticae itinerante. Consustanciados libro y vehículo, refugio y sendero. Bajo este cielo desleído, en medio de tanto esplendor aplazado, la lectura ofrece cobijo.

Juan Marsé



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jueves, 7 de agosto de 2008

Berlín: Laberinto de Hormigón


Cuando te acercas por primera vez,
sorprendida por sus líneas... descubres la rudeza de esas asimétricas piezas de hormigón delicadamente colocadas sobre un ondulante terreno que no deja de sorprenderte. Comienzas en un extremo cuando aún sus líneas dejan entreveer las figuras de aquellos que se deslizan decididos por sus estrechas calles.
Y entonces te adentras, bordeando cada esquina punzante, buscando el sonido apagado de una voces. Entre sombras que asoman fugaces por el delirante y frío hormigón, tus pensamientos bloquean tus ojos.

Y tiemblas de frío. Respiras aletargada.
Buscando respuestas
entre los muros grises cuarteados.
Voces que describen llantos,
voces dolientes,
voces susurradas entre el miedo y la ignorancia,
que gritan calladamente ahogando su eco.
voces aferradas a una memoria frágil,
voces que apagan miradas.


... Demasiadas voces siguen derramando sus gritos, através de paredes y muros. Paredes y muros que encontramos al volver una esquina y en lugares remotos que tocamos con nuestras miradas.




miércoles, 6 de agosto de 2008

Siempre una mirada


Del
rumor cadencioso de la onda

y el viento que muge;

del incierto reflejo que alumbra

la selva o la nube;

del piar de algún ave de paso;

del agreste ignorado perfume

que el céfiro roba

al valle o a la cumbre,

mundos hay donde encuentran asilo

las almas que al peso

del mundo sucumben.

Rosalía.

domingo, 3 de agosto de 2008

Berlín "La habitación del silencio"


Puede ser una ciudad vibrante, emocionarte en todos los sentidos. Tremendamente abierta, verde y sin aglomeraciones, con bicicletas que recorren sus calles y un sin fin de turistas.
Pero en esta vorágine, museos, exposiciones, terrazas, palacios, paisajes arquitectónicos singulares, se respira serenidad. Con un corazón verde que la atraviesa irradiado con los tentáculos del asfalto en cuatro direcciones, tienes momentos para sentirte esa turista accidental, que siempre has deseado ser.
Y ese momento está justo ahí, delante de todas esas miradas que deambulan. Pero ellos anestesiados por todo lo que significó ese lugar en un momento y tiempo, lo que no deja de ser un reclamo que todos quieren captar en una foto, hace que les pasen desapercibido. Muy pocos son los que observan este letrero y se deciden a entrar.
Nosotros conseguimos ser turistas accidentales por un instante. Una pequeña habitación, unas pocas sillas y algunas personas sentadas que observan atentamente. Se deja vislumbrar tan sólo un haz de luz . Un simple intercambio de miradas. No hace falta más. Se marchan, dejándonos a solas. Ese haz de luz reposa en el centro de un tapiz rudimentario. Un punto de luz ténue. El silencio y la luz. Donde el corazón reposa aturdido y la respiración se entrecorta. Esta sensación de paz trastoca los cimientos de cualquiera. Pero no por el silencio en sí mismo, al que tristemente no estamos acostumbrados, sino por el maremagnum de sensaciones que se agolpan dentro de tí. Es compartir el dolor ajeno, es ponerte por un segundo en el lugar del otro. Cuánto dolor tuvieron que escuchar esos muros, cuantas lágrimas, cuantas vidas. Esto no se puede encuadrar en una foto. Se queda pegado a tu piel. Adherido a tu alma.

La habitación del silencio: Un punto de encuentro sin distinción de razas, de religiones, de ideologías, de lenguas... una manera de decir NO a la barbarie, No a las injusticias que nos acechan.